Discurso de Aceptación de Carmen Aristegui, Ganadora del Premio Knight de Periodismo Internacional
Buenas noches. Gracias por estar aquí en esta celebración dedicada al periodismo, las noticias y la libertad de expresión. Gracias por un reconocimiento tan importante y respetado como el Premio Knight.
Nos toca vivir un momento histórico, estrujante y de desafíos enormes. El triunfo de Donald Trump nos ha cimbrado. Nos tiene aún en estado de shock.
En México sabemos que si cumple lo que prometió en campaña será para nosotros catastrófico. Entre el estúpido muro, las represalias económicas y la sugerida actuación del ejército si nos negamos a pagar el muro, vendría un enorme sufrimiento para millones de personas.
Trump ha desatado los peores odios y ha inyectado fuerza al racismo y la xenofobia. Ha abierto la puerta a los peores demonios. Por eso el mundo está sobrecogido y por eso debemos hacer frente, con las herramientas de la democracia y de los derechos humanos, al tiempo que se avecina.
Lamentablemente, el gobierno mexicano no tiene el tamaño para este enorme desafío frente a quien nos ha llamado violadores, estafadores y criminales.
Hoy como nunca es indispensable ejercer un periodismo libre, crítico e independiente. Hoy como nunca debemos hacer valer nuestras libertades.
En México a un periodista incómodo se le puede eliminar, en muchas partes del país, con un asesinato-- y no pasa nada. Si el periodista tiene cierta presencia pública, se le puede perseguir con demandas judiciales promovidas no para obtener justicia de nada, sino para cobrar venganza por las cosas publicadas. Me temo que es mi caso.
Antes de llegar a Washington, recibí la noticia sobre la primera sentencia de uno de los varios juicios que han abierto en mi contra, promovidos por los mismos poderes que nos han censurado y nos han echado fuera de la radio mexicana.
Un juez me sentencia por “hacer uso excesivo de la libertad de expresión y de información” al escribir el prólogo del libro “La Casa Blanca de Peña Nieto.”
El premio Knight alienta nuestra tarea, nos estimula, nos empuja a seguir adelante. Es un Premio que queremos interpretar como un poderoso mensaje para México y para el mundo; el mensaje que dice: no a la censura, sí a la libre expresión y sí al derecho de la gente a estar informada.
Uno de los héroes más reconocidos en nuestra historia, Belisario Domínguez, alzó la voz en contra del traidor que asesinó al presidente democráticamente electo y usurpó su lugar.
Por eso lo detuvieron, lo asesinaron y se dice que le cortaron la lengua. El asesinato del prócer se convirtió en el símbolo de un poder autoritario e intolerante que no acepta la crítica.
Cien años después, México sigue peleando con sus fantasmas. Metafóricamente, poderes y gobernantes siguen cortando lenguas. Nuestro país es considerado el más peligroso para ejercer el periodismo en toda América.
Desde 2010, uno de cada tres asesinatos en el continente es mexicano. En buena medida, eso explica un extendido fenómeno de autocensura.
México no llegará nunca a ser una verdadera democracia si se siembran cadáveres por miles y no pasa nada, si se censuran o matan a periodistas y no pasa nada, si se roban millones del erario y no pasa nada.
Para salir de esta crisis profunda en materia de derechos humanos y de pudrición política, se necesita hablar en voz alta, informar con amplitud, oxigenar el debate público y sacudir a la sociedad mexicana. Se necesita periodismo libre e independiente.
Celebremos esta noche al periodismo. Celebremos lo que alguna vez Gabriel García Márquez bautizó como el “mejor oficio del mundo”.
En tiempos de oscurantismo, regresiones autoritarias, intolerancia e incitación al odio – en tiempos de Donald Trump- celebremos al periodismo y defendamos nuestras libertades.
Quiero dedicar este premio a los compañeros de Aristegui Noticias; a los colegas cuyos asesinatos aún siguen impunes. A Julio Scherer, Miguel Ángel Granados Chapa, Enrique Maza y Vicente Leñero, los grandes maestros que se han ido.
A la revista Proceso por sus 40 años. A mis amigos y colegas de CNN. A México y a mi hijo Emilio, por todo lo que son y por todo lo que significan. A todos gracias y felicidades. Un abrazo.