El virus que ha ocasionado la pandemia de COVID-19 no tiene fronteras, pero los países sí. En un mundo que ha cerrado mayormente sus accesos de desplazamiento, ¿cuál es la situación de las personas que se encuentran en situación de migración en el corto, mediano, y largo plazo? ¿Qué pasa con el acceso a la salud de los migrantes indocumentados? ¿Los gobiernos aprovecharán la contingencia para aplicar políticas migratorias más restrictivas en el futuro?
Estas preguntas fueron exploradas en la charla virtual “COVID-19 y las Américas: Migración y Salud Pública”, organizada en el marco del Global Health Crisis Reporting Forum del Centro Internacional para Periodistas, el 25 de marzo. Allí el exbecario ICFJ Knight Jorge Luis Sierra, director del Border Center for Journalists and Bloggers, dialogó con Andrew Selee, presidente del Instituto de Política Migratoria de los Estados Unidos; una organización no partidista que busca mejorar las políticas de inmigración e integración a través de investigaciones y oportunidades de aprendizaje y diálogo. Selee es, además, autor de varios libros, entre ellos Vanishing frontiers: The Forces Driving Mexico and the United Statees Together (Fronteras que desaparecen: las fuerzas que unen a México y los Estados Unidos), publicado en 2018.
La situación de los migrantes en Latinoamérica y en el mundo es diversa: los hay profesionales bien asentados, con acceso a educación, sistemas de pensiones y salud. Pero otros migrantes se encuentran en una situación de especial vulnerabilidad. Sobre esta población hizo hincapié Selee, explicando los desafíos a los que hay que prestar atención tanto para la reflexión y la acción como para la cobertura periodística.
Consecuencias del cierre de fronteras
Para Selee, la medida de cerrar fronteras para evitar que el virus se propague de país en país es razonable. “En los centros fronterizos se aglomeran grandes números de personas; los aviones son un foco fértil de contagio, de modo que tiene lógica aplicar tales políticas”, dijo. Sin embargo, el actual cierre global de fronteras no tiene precedentes en la historia moderna, como no lo tienen tampoco ciertas medidas que se han tomado invocando estatutos poco conocidos y antiguos que, en el caso de los Estados Unidos por ejemplo, otorgan al gobierno federal poderes radicales ante amenazas a la salud pública y emergencias nacionales.
“Una vez que aplicas esas medidas, te das cuenta de que las podrías aplicar en otros momentos”, observó Selee. “En el futuro podría haber otras crisis menores en las que se recurra a esos instrumentos con intenciones menos genuinas y menos nobles".
Los flujos irregulares de migrantes probablemente aumenten
Si bien los cierres de fronteras terrestres con diario desplazamiento de trabajadores presentarán desafíos económicos y sociales cuya magnitud aún no puede preverse, hay otros escenarios complejos. En Latinoamérica, los accesos irregulares para pasar de un país a otro (también llamados “trochas”), son muy difíciles de cerrar, y durante la pandemia el flujo de migrantes que los utilizan –el caso de venezolanos que quieran llegar a Colombia, por ejemplo–, podría aumentar.
En un contexto así, Selee llamó también la atención hacia escenarios hasta ahora impensados. Costa Rica, por ejemplo, no tiene capacidad para cerrar la totalidad de los accesos ilegales de su frontera con Nicaragua, pero el gobierno nicaragüense acaba de desplegar al ejército para evitar el paso de nacionales al país vecino: “Un probable uso de la crisis por parte del gobierno nicaragüense para lograr algo que quería lograr en otro momento”, remarcó Seele.
[Lea puntos importantes del webinar]
Interrupción de los trámites de asilo
La tendencia a limitar el acceso a asilo en Estados Unidos, Europa y otras regiones del mundo ya era una realidad antes de la pandemia. En los países que han aplicado sistemas de cuarentena, las oficinas de gobierno –incluyendo las que reciben solicitudes de asilo–, hoy permanecen cerradas. Todavía está por verse qué ocurrirá cuando las cosas vuelvan a la normalidad, pero Selee observó que será preciso estar atentos a la posible continuidad en el futuro de medidas de restricción de pedidos asilo y otros procesos, que hoy son extraordinarias.
A su vez, los campos de refugiados y los centros de recepción de solicitantes de asilo en todo el mundo pueden ser focos de infección importantes, en especial en los casos en los que ninguna jurisdicción nacional se hace cargo de esos espacios.
Temor a pedir asistencia médica
No solo son particularmente vulnerables en este momento los migrantes que se encuentran en centros de refugiados o a la espera de recibir asilo. Muchos de quienes ya viven y trabajan en un país receptor pero no cuentan con estatus legal de residencia son menos propensos a pedir asistencia médica por temor a ser denunciados o deportados. Es el caso particular de la migración venezolana en Latinoamérica: cerca del 60% de los migrantes venezolanos en la región, dijo Selee, se encuentran indocumentados.
"Esta situación no es solo grave para los propios migrantes sino para toda la sociedad, y allí es donde vemos el costo social de tener personas no afiliadas al sistema sanitario, y de limitar el acceso a los centros de salud a personas indocumentadas".
Impacto económico
“La pandemia supondrá un golpe económico grande a los Estados Unidos pero lo será más para los países menos desarrollados, muchos de ellos en América Latina y el Caribe. Habrá gente que perderá su trabajo, negocios y autoempleo, y en ese contexto los más vulnerables serán los que pierdan más y más rápido”, dijo Selee. Eso incluye en especial a los migrantes con ninguno o bajo status legal en el sistema, muchos de ellos trabajando en el mercado informal.
El rol del periodismo
Selee considera que podrían abrirse dos escenarios sociales posibles tras la pandemia: la comprensión global de que dependemos unos de otros, seguida de una profundización de los lazos de solidaridad y la formulación de políticas en ese sentido. La otra alternativa es el aumento de la desconfianza hacia “el otro”. Ya se han dado casos de xenofobia contra personas de origen chino en Estados Unidos, algo que también podría ocurrir con los venezolanos en Colombia, o los centroamericanos en México. El escenario a abrirse dependerá en gran medida de las decisiones y caminos elegidos por líderes políticos y de la sociedad civil, por el papel de los intelectuales y también de los periodistas.
“Creo que los periodistas jugarán un rol vital para ayudarnos a entender de qué modo esta pandemia está afectando a diferentes grupos de manera distinta, incluyendo a los migrantes, y cómo los diferentes grupos responden a la crisis”, dijo Selee a IJNet.
Para asumir una cobertura responsable e integral que dé cuenta del impacto del coronavirus en la situación de los migrantes, Selee aconseja a los periodistas preguntarse además qué roles asumen los migrantes en los servicios clave que siguen brindándose –a veces con gran peligro para los trabajadores–, como servicios médicos, de transporte, de planta productiva, etc. Asimismo, dice, es preciso investigar si los migrantes pueden o no acceder a los servicios de salud, y si hay miedos razonables a los que se enfrentan. Para ello sugiere buscar voces de los migrantes afectados, a la vez que de científicos que puedan ayudar a entender el proceso probable de la pandemia.
Algunos recursos para informar sobre migración y coronavirus
Migration Policy Institute (MPI)
Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR)
Organización Internacional para las Migraciones (OIM)
Médicos sin Fronteras (MSF)
Observatorio de Legislación y Política Migratoria
Informe sobre las migraciones en el mundo 2020
Este seminario online ha sido organizado como parte del ICFJ Global Health Crisis Reporting Forum, que ayuda a periodistas en la cobertura del nuevo coronavirus, al conectarlos con expertos, recursos y otros insumos para su trabajo. Conoce más del Foro y únete a él a través de su grupo de Facebook.