Cuando llegaron los primeros casos de COVID-19 a América Latina, los chequeadores de datos de la región ya sabían que los países no iban a enfrentarse solamente a una enfermedad de la que ya hay centenares de miles de casos en todo el mundo. Con los ejemplos de China, Europa y Estados Unidos como antecedentes, anticiparon que, junto con el coronavirus, llegaría otra preocupación viral: publicaciones falsas o malintencionadas.